martes, 11 de enero de 2011

Parábola de la ruta


Son raras las ocasiones en las que camino sin observar a la gente que se encuentra a mi alrededor, sobre todo me fijo en el rostro de las personas que suelen realizar esa pequeña airada cuando pasan por el lado de uno. Sin excepción de los que te mandan ciertos saludos grotescos y piensan que uno se sonroja o que se encuentra pensando en "qué ingenioso" o "qué pendejo". Pues no, generalmente estos sujetos caminan con un ritmo apresurado y con una sonrisa entre dientes, como si caminaran en un musical, al estilo "Grease", moviendo los brazos al mismo tiempo que las piernas. La pregunta es ¿cómo se siente uno?. Dejando las complicaciones o la incomodidad del momento he entendido que lo mejor que te puede pasar en el día es eso. Por mi parte, puedo crear una pequeña historieta a cerca del tipo que me vio y pensó que jamás en su vida me podría hablar, por eso tendría que dejar su "huella", pero lo haría en tremenda circunstancia, es decir, cuando yo regresaba de unas clases, tal vez después de haberme tropezado al bajar del "micro" y de paso me encontraba con una mano perdida en algún bolsillo de la mochila con la intención de encontrar mi ipod. Ahí estaba él, con su paso "galante", pensando en que cosa decirme cuando pasara. Entonces, cómo te sientes, la palabra no es "rica" ni "sexy", ¿la palabra podría haber sido "ridícula"?, ya no. La palabra es "alegre", exacto, simplemente es eso, claro, tomará un tiempo en transformarse, la primera impresión puede resultar fuerte.
Es sencillo, no te lo tomes en serio.
Apartándome un tanto de esta "inesperada" introducción, continuaré con lo que usualmente observo. Ayer, regresando de unas clases, tuve la oportunidad de ser parte de algunas enseñanzas. Primero era una joven que se encontraba delante de mí, reconocí que estudiábamos en el mismo lugar por los libros que llevaba en la mano, caminaba mirando el suelo sosteniendo una botella de agua, su paso era lento y la verdad no soportaba que fuera de ese modo, por esa razón me atreví a pasarla. Pero la vida es justa, ella ni siquiera se molesto en mirarme con mala cara, simplemente siguió en lo suyo (mirar el suelo), yo muy confiada del tiempo que me había ahorrado llegué al paradero con la intención de demostrarle como había que caminar para tomar un bus rápido, pues bien, la única ventaja que le pude sacar fue un minuto en el cual ella simplemente llegó y se fue, sin esperar un segundo, mis libros y mis piernas tuvieron que esperar seis minutos a que se apareciera la primera S de la tarde... llena. Subí y esperé un rato más a que el cobrador terminara su típica poesía en las cuales incluía expresiones como "¿habla vas?" o "al jondo hay sitio pe causha", mientras tanto la gente miraba con desprecio al cobrador de mi bus, como si fueran a subirse en una limosina o en un auto particular, cuando lo único que realmente hacían era subirse en otro "micro". Finalmente, el cobrador conquisto a cinco pasajeros más y empezó a cobrar el pasaje, yo le di mi usual "china" y , a mi parecer, el hombre estaba dispuesto a empezar la discusión "¿"china" amiga?, qué, ¿a donde te vas?. No amiga, la gasolina ta subiendo pe, "luca" es ". Luego le tuve que repetir a donde iba y me respondió con ese estilo ronco y alargado "ah ya, ahí sí pe amiga, explícate bien pe, no confundas".
Terminé mi cómodo viaje en compañía de mi amigo el cobrador y me dirigí al parque que cruzo casi todos los días. Como siempre, tome la precaución de guardar " toda mi tecnología", con excepción de mi pequeño ipod, la verdad no me interesa mucho que le pueda pasar algo.. siento que pongo una cara muy "ruda" y aparentemente eso me ayudaba.. tonterías. Hice el mismo recorrido de las tardes por un caminito un poco angosto como para dos personas, al costado de la vereda se encuentran algunas bancas frente a frente, entonces, el sujeto - en este caso yo - camina como si estuviese en una "pasarela interminable", es decir, te sientes absurdamente intimidado por aquellos espectadores que en ocasiones te prestan atención, mientras que en otras simplemente siguen su posición habitual. Es ahí cuando uno aprovecha en ver qué pasa. Suelo encontrarme con señores que leen el periódico, parejas, niños en skate, empleadas paseando perros... El detalle se encuentra cuando le prestas atención por algunos segundos a lo que realmente sucede, puedes ver que las pareja de enamorados realmente está discutiendo - mayormente el tipo le explica a la chica la babosada que hizo la noche anterior-, el niño skater realmente no sabe usar muy bien el skate, la empleada que pasea el perro no lo pasea - solo aprovecha el tiempo en usar su celular-...así es. Mientras continuaba con mi trayecto con actitud de "si lo intentas te mato", me ocurrió otra cosa - que muy rara vez me sucede-, un abuelo, el típico señor de cuento clásico que uno imagina sentado en una banca leyendo "El Comercio"con unos anteojos y un gorrito de golf, me dedica una tierna sonrisa y me dice " ¡buenas tardes niña!". Okay, "plan fracaso". No sirve de mucho ser alta,ni caminar con cara de asesina, ni mucho menos tener pantalones rotos. Con esto confirmo... no hay careta perfecta.

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