martes, 13 de julio de 2010

Extranjero en la sala 3


Es muy probable que fuese un sábado la primera vez que decidí ir a un cine y no ver algo muy conocido en la cartelera, algo que solo “yo supiera” y donde la gente no ocupara la sala completa entre ellos, las gaseosas, el pop corn y los celulares. Tal vez no elegí la mejor película ni la mejor compañía, pero sería el día en el que me daría cuenta de que el cine podía ser más que aquellas historias animadas de bromas tradicionales o romances entre pobres y ricos; buenos y malos; populares y rechazados; producidas, naturalmente, por la industria americana de cine comercial.

Después de reconsiderar mi elección por algunos minutos me acerqué muy segura de mi decisión a la boletería, pedí tres o cuatro tickets para la función de las 8:00 y entré a la sala en compañía de algunas amigas que se encontraban algo confiadas en mi “buen gusto”. Lo único parecido a las otras películas que había visto fueron las advertencias del inicio y el logo del cine antes de la película, ni siquiera los tráiler que se mostraron se me hacían familiar, sobre todo cuando descubrí que esta película se podría decir que, en su totalidad, era HUMANA (asi lo definí en mi mente), hechos de la vida real, situaciones semejantes a las de muchos. Nada de dibujos ni de niñas malas, de diálogos cortos, de romances, de todos esos arreglos americanos que amarran a la audiencia a alguna aventura imaginaria, superficial y común.

No me sentí incomoda, la sensación en ese momento era igual a la de una extranjera, contemplaba cada instante y cada escenario de la historia y, poco a poco, me fui acostumbrando al idioma que, a pesar de los subtítulos, me distraía por instantes. No podría decir que fue la mejor película que vi en mi vida, pero si fue la que me quito esa venda oscura que muy pocos, a mi parecer, logramos quitarnos.
Luego de aquellas dos horas interminables de “Sophie Scholl”, me sentía muy "intelectual"; esa sensación de saber algo más que el resto por algunos días, pero más que saber, de haber descubierto otra cara que no conocía y que probablemente no me hubiese atrevido a ver, ya sea por la poca familiaridad que me causaba o por no salirme del esquema, de las películas de las cuales todo el mundo habla o comenta. Finalmente, terminé siendo el punto en el salón de clases durante los próximos días, era la peor recomendando películas y con el paso del tiempo la menos interesada en ir al cine con amigos por los fines de semana. A pesar de la insistencia y la “presión social” que se limitaba a las cuatro paredes de un aula, ya nada podría regresarme mi procaz gusto, muy por el contrario, cada vez me iba formando poco a poco en una cinéfila, apasionada del cine de los 40´s de toda esa espléndida década que transformo gran parte del cine mundial con aquellos directores como Hitchcock con Rebeca, su primer rodaje en estados unidos y, posteriormente, con Encadenados, donde Claude Rains sería nominado al Oscar a mejor actor secundario. Esta maravillosa época donde indudablemente se debe mencionar el revolucionario film de Orson Welles: Ciudadano Kane, por su estupendo manejo de luces y la forma como es conducida la historia, desarmando el orden usual para producir una reacción distinta en el público; o, La dama de Shangai, con la inolvidable sala de los espejos y la mejor puesta en escena . No puedo terminar con toda esta lista llena de thriller, drama, suspenso…

Todo tiene un lado bueno y un lado malo, desde un modo personal y único. Indudablemente, el cine también.

Si es que alguien decide ir a ver un film, le diría que recorte algo de toda esta entrada: Señor, tómese unos segundos para reconsiderar su opción y ser un extranjero más en la sala 3.

1 comentario:

  1. dejame saludarte por tu redacion , creo que es buena,posdata... ¡haber si culgas las peliculas delas que comentas..saludos. walter Isaac Q.

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