Pecado original



6:43

Ella lee un anuncio en la pared: "8:00 pm, segunda entrada, Larco 312".

Ella es Julia, le gusta fumar cigarros cada vez que camina hacia al paradero, cuando va en busca del pan por las mañanas o cuando cree que va a llover (en este momento su mano se encuentra sin uno).
No acostumbra caminar con audífonos, y le resulta indispensable salir con un libro en la mochila.
Lleva siempre un reloj en el brazo izquierdo. No tolera los números, por eso solo puede ver la hora en un uno de romanos.
Come hamburguesas en "Burger King", detesta cualquier otro tipo de comida rápida.
Tiene la manía de evitar rozar con la gente cuando anda por las calles, sobre todo es más cuidadosa cuando se encuentra en las congestionadas veredas de Miraflores -le parece que con esas inevitables caricias anónimas puede llegar a perder parte de su personalidad. Cree, además, en la posibilidad de desaparecer entre tantos hombros y texturas.

A Julia le complace leer anuncios. Siempre se siente atraída por las mil maneras de publicar algo en las paredes, postes, ventanas o en cualquier otro lado donde estas curiosidades sean visibles. Está segura de que ese cuadrado de "algo" basta para conocer la mente -incluso para hacer una descripción física- del que planeó escribir tan solo cinco palabras con la simple intención de dar un mensaje.
Ahora es una experta. Tiene la capacidad de distinguir qué tipo de propuesta están enviando los necesitados a los otros necesitados: trabajo, sexo, colaboraciones, abortos, drogas, préstamos.
Esta adicción concluye con su más seductor, enfermizo y enigmático pasatiempo; seleccionar los avisos que más le gustan, tomarles foto, acudir al lugar, fotografiar la fachada, y luego unir las imágenes resultantes.


Condición irrompible: nunca entrar al lugar del cartel.



Julia lee un anuncio:"8:00 pm, segunda entrada, Larco 312".
"Clic". Foto. Un cigarrillo.

6:55
Da pasos largos, está pensado en qué se va a encontrar. Piensa en el primer aspecto, en la puerta, en si es puerta o reja, edificio o casa, en si ha pasado antes por aquella dirección (conoce la avenida Larco como la palma de su mano).
Sabe que debe de tratarse de alguna entrevista, junta, intercambio o algo que ciertas personas tienen en común. Esa incertidumbre la excitaba más.
El paradero. Espera.

6:59

Tercer asiento libre en columna izquierda, "solo para uno", la mejor opción. Nunca "asiento reservado". No comprendía a la gente que se sentaba en aquellos espacios hundidos, gastados y la mayoría de veces calientes, como si hubiesen colocado un plato de comida recién servido.

Sube un hombre. Podía determinar si ese individuo que había decidido descansar su trasero en ese pequeño sitio tendría que pararse en el siguiente paradero para cedércelo a una persona que cumpliera cualquiera de las cuatro condiciones que se señalaban en la ventana de al lado. Lo podía hacer de acuerdo a la cantidad de gente que - pensaba - entraría en el bus. Sobre eso está pensando.
Primeras cuadras de la avenida Larco. Julia ve su reflejo en la luna, reconoce sus pupilas haciendo movimientos de lado a lado, intentando identificar la dirección. Piensa "312". Para el bus, baja primera.

7:20

Cuadra uno, Cuadra dos. Aparece en su mente "esa es". Gira la cabeza un par de veces para confirmar hacia dónde dirigirse.
Recuerda que tiene la colilla del cigarrillo en sus dedos, le hecha un vistazo, siente la necesidad de conservarla por un instante más.
Mira al cielo. Su cerquillo negro abandona su frente y saborea la frescura de la noche (la misma sensación que uno experimenta cuando sale del teatro para reencontrarse con la realidad). Los ojos cerrados y regresa a su cuerpo. En este instante, los ojos abiertos con la pesadez de ese sueño que acaba de volver a sentir, ese que se había escondido durante toda la tarde y que ha vuelto a nacer por la posición de la luna y su deslumbrante brillo.


7:26

Cae la colilla - ahora innecesaria- en el suelo. Ya llegó, sabe que detrás de esos cuatro árboles está el domicilio. Se halla frente a un cruce de autos, pero no va a cruzar todavía, es muy temprano. Prefiere hacerlo unos minutos antes de que se cumpla la hora indicada en el aviso. Saca la hamburguesa que compró en "Burger King" cuando todavía no había leído el anuncio. Se sienta en la vereda y le da una primera mordida, una segunda, una tercera..

7:41

La cámara estaba lista; batería, lente, filtro. Se levanta sin sacudirse las piernas llenas de miga. Camina hacia la esquina para atravesar la pista como todos los que esperaban a que el hombrecito rojo se convierta en verde, "2, 1, 0". Pisadas.
Ahora tiene que dar alrededor de veinticinco pasos para llegar a la entrada.
A Julia se le acelera el corazón, nuevamente esa éxtasis circulando en su cerebro, generándole la ansiedad, las ganas de apresurar el paso. "312".
"Puerta, no. Rejas, no. Casa, no. Edificio, no."
Muro, sí. "Muro 312".

Es imposible que reaccione frente a algo que no consideró encontrar. Se ha topado con la peor pesadilla. Con la desilusión más irreal, ¿la realidad?.
Maldice esa pared verde agua. Piensa en la clase de tontería que se ha derivado luego de leer un cartel tan fascinante, un cuadro verde agua, unos ladrillos pintados, una nada. Piensa en Ribeyro, en un "una aventura nocturna", en sus panties corridas, en un CD que se perdió.
Recuerda "8:00..."
Está esperando a que sean las ocho de la noche. No va a tomar una foto.
"...segunda entrada..."

Julia ha vuelto a mirar el muro. No, no hay puertas. Lo ha vuelto a observar.
Se ha quedado viéndolo, pensando que faltan pocos minutos para las 8:00.

Un roce. Voltea con brusquedad. Sus ojos negros se han clavado en algo, en otros ojos de color negro también.

- ¿Buscas el 312?

Ella descubre que no ha perdido parte de su personalidad, antes que todo, sigue siendo ella. Y él es él. ¿Sigue ahí?. Ahora sí, su respuesta.

- Sí.

- Estamos igual.

Julia no sabe qué responder. La neutralidad del rostro que se encontraba a su costado mirando el muro con tanta serenidad le terminaba resultando intimidante.
Mira con disimulo el perfil del acompañante, pero regresa la mirada porque él acaba de voltear a verla, a ofrecerle un cigarrillo, ella lo rechaza. Le va a hacer una pregunta, aunque sabe que es mala para eso.

- ¿Y... por qué has venido?
(Ella dice, casi susurrando)

- Por el anuncio, ¿Tú?
- También

Sabe que en esencia era por el anuncio, por la foto que quería tomar. Le da un "clic" al muro. Él no dice nada. Ahora Julia decide esperar a que le haga una pregunta. Él le habla.

- Extraño, ya son las ocho.
- ¿Y qué buscabas, esperabas algo?
- Claro, encontrar la segunda entrada.
- Yo también.

(ambos al cemento verdusco, pausa)

- No siempre se puede confiar de los anuncios, ¿no? - le dice mientras mira el muro.
- No
(Atina a responder)

Él la mira, le sonríe y se vuelve a llevar el cigarrillo a la boca.

- ¿Pero qué pasaría si estamos dentro y no fuera?- el joven cuestiona.
- ¿Dentro de la segunda entrada?

A Julia no le resulta sencillo pensar en eso. Solo vuelve a hundir sus ojos en esos ojos negros. Lo quiere comprender, le cree. Él afirma.

- Y es la segunda entrada -. Ríe como si todo fuese tan sencillo - Estamos dentro de ella, no hay puerta , no hay timbre. La primera, ¡esa!, esa es el lugar del cartel.


Julia desecha de su mente ese "clic" (anterior) en el muro. No era el pertinente, no era la fachada del cartel, no era ese tiempo.
Entonces piensa en el anuncio, en la hora, en el dato extra y la dirección. "8:00 pm, segunda entrada, Larco 312".


Ve su muñeca izquierda: "VIII".

Esa era la segunda entrada.
Julia acababa de romper la condición, y ahora tenía que salir.
Pero parada, ahí, en el suelo, sus pies cansados, las cenizas en su escala más gris, el aire susurrando, sus manos frías, la rapidez de su respiración, los cruces de ida y vuelta, las letras de su pensamiento, la imagen de un hombre, las caídas de la mente, el sabor repetido de su hamburguesa, el recuerdo del primer roce, y esos ojos negros...parecía ser muy tarde.

8:01

No hay comentarios:

Publicar un comentario