martes, 26 de junio de 2012

Insomnio Z

Si usted reconoce la mayoría de los siguientes síntomas en su persona:

Por las noches a la hora de dormir

1. Necesidad de resolver problemas (objeto perdido, corrección de trabajo, practicar algún instrumento, hacer ejercicio, etc).
2. Navegar en internet sin ningún rumbo.
3. Recordar anécdotas pasadas y reír solo.
4. Escuchar el ruido de su vecino y crear una historia en su cabeza.
5. Contar cuántas horas y cuántos minutos le quedan para dormir.
6. Buscar  algún amigo por facebook con el que ya no mantiene contacto.
7. Ir a la cocina y no saber a qué fue.
8. Mantener una conversación por chat de manera innecesaria.
9. Pensar en que sus imperfecciones desaparecerán en dos años (aprox) e intentar sentirse aliviado(a).
10. Creer que un terremoto u otro desastre natural resultaría divertido en ese momento. 
11. Considerar la opción de fracasar el resto de su vida (mendigo, pordiosero, vagabundo).
13. Contar todo lo que ha comido durante el día y calcular cuánto a engordado o/y cuánto dejará de comer.
14. Planear dormir más el fin de semana.


Si es así, permítame  decirle que es probable que sufra insomnio. Sí, insomnio z.
Este mal no tiene cura. Puede ausentarse, puede que no vuelva en mucho tiempo, pero siempre regresará. Los mates o las pastillas no sirven para relajar a los pacientes que padecen de este desorden, ya que sus mentes se encuentran en un estado ausente - por ello el organismo no responde a las órdenes del cerebro lógico, este está en un segundo lugar. Aunque no sea entendible por otro individuo - y probablemente este llegue a considerar que usted únicamente está perdiendo el tiempo -, su mente durante ese lapso se asemeja más al sistema de una persona con autismo (grado específico), ajena a la realidad. Sus niveles neurológicos podrían estar alterados y la propia lógica se encontraría opacada por su subconsciente que quiere ordenarse, ya que, posiblemente, este sea más fuerte que su propia cordura.

En el caso de que esto no pueda controlarse y pase a mayores etapas, como percibir este efecto durante el día (se manifiesta de manera diferente, pero usted comprenderá, se trata del mismo mal) , es recomendable observar a otros humanos para no olvidar el comportamiento estándar. Créame, ningún psicólogo tiene la cura. Ni si quiera quién le escribe. ¡Ah!, también puede empezar a escribir, así no se olvida de esta práctica fundamental.


domingo, 3 de junio de 2012

Hoy no tiene nombre

I

Por primera vez sentí unos deseos casi incontenibles de bajar, tocarle la puerta, echarme con él en su sillón, cubrirnos con una manta y ver en la tele algún programa estúpido, tal vez uno de esos shows donde los invitados tienen que cumplir retos ridículos y ni siquiera reírnos. Bastaría con estar frente a la pantalla, envueltos, olvidando el ruido de la casa de al frente que no deja dormir a los vecinos, solo los dos, pensando en que estamos los dos, ahí, los dos alejados del frío, los dos alejados del resto, los dos alejados de la frívola y vacía vida nocturna de los fines de semana. 

Pero como siempre, la mayoría de mis deseos se quedan en su "etapa 1" (deseos insatisfechos) y prefieren justificarse con algún pretexto como los trabajos, la flojera, la mala pinta o el malhumor.  Decidí, o mejor dicho, actué como de costumbre y continué con el trabajo que estaba realizando, sentada al lado de la ventana, esperando a que algo emocionante ocurriera, tal vez un asalto, un asesinato, un incendio, alguna tragedia que pudiese lograr despegar mi trasero de esa moldeada silla negra que para lo único que servía era para dar la vuelta y recoger algo que se pudiera caer al piso. Sin embargo, los sábados y los domingos no me animan en lo absoluto, por eso me dedicaba a hacer cualquier cosa que me mantuviera ajena a la realidad. Aunque existían muchas opciones que resultaban más didácticas, como las drogas, el alcohol, el suicidio. Pero sería mentir, porque si había algo que realmente quería era estar en esa realidad. No, no ser parte de ella, sino ser el ojo externo, la narradora, una especie de binocular que observa todo sin ser descubierto.

Cuando por fin resolví apagar el ordenador, una persona se dignó a enviarme un mensaje y la verdad, no puedo no responderle a nadie, salvo que realmente no pueda o no tenga ganas, pero en ese momento no sabía si no podía o si no tenía ganas, así que le devolví el saludo y esperé a que dijera algo interesante para no considerar mi respuesta como una completa pérdida de tiempo.

-Hola! (11.45)

-Ey qué tal (11.46)

-Bien, esperando unos patas para quitarnos a una reu (11.49)

-Ah paja! (11.51)

-Sí, jajaja, tú qué planes (11.55)

Entonces me di cuenta que probablemente  le respondería lo mismo que a cualquier otra persona "nada" y que finalmente le diría que la pase bien, cuando en verdad me importaba un rábano si la pasaba  bien o si terminaba pudriéndose del aburrimiento. Simplemente me fui para no deprimirme más por la estúpida manera de invertir mi tiempo conectada en una red social que me parecía aún peor que pasármela sola en una discoteca de Miraflores. Sabía que nada me obligaba a estar ahí, ya había actualizado mi inicio en busca de algo mejor que chibolas arregladas como rameras, fotos de tipas con botellas de vodka, cadenas de Jesucristo, estados de decepción amorosa, frases intelectuales de parte de quienes intentan ocultar su ignorancia, mamás adolescentes subiendo por enésima vez fotos de con sus hijos, que más que hijos parecían adornos. Hasta ahora no comprendo cuál era la intención de encontrar algo interesante si definitivamente ahí no hay nada mejor que un juego llamado Triviador. La cosa consiste en formar un imperio para combatir contra otros dos imperios. Para obtener soldados y  pelear debes de responder algunas preguntas en unos treinta segundos, no recuerdo bien. Es una lacra, te estresas pensando fechas  y nombres que al final descubres jamás se te hubieran ocurrido si no fuera por atinarle al escribir cualquier cosa (y sonreír como si fuera un triunfo por el esfuerzo); no obstante, hay algunas preguntas que son buenas. Hay de todo, arte, ciencia, deporte, historia. Bueno, no sé si eso es lo mejor de esa página, una época me la pasé jugando con unos amigos hasta que me di cuenta que todos dejaron de jugar y ya no tenía mucho chiste. Regresé un par de veces más pero lo cambié por el juego de la música, y ya no les contaré de que trata porque en verdad es peor que ese.  

Creo que esto no se inventó para mí, no puedo con el rollo de las redes sociales, son demasiado complejas. La gente se anda fijando en cuánto tardas en responderle el mensaje, si lo leíste o no lo leíste, si estas como conectado o desconectado. Al principio me fijaba en esas cosas, ahora que hay más opciones para hacerlo, no lo hago, porque creo que desde un principio supuse que era así, y esas aplicaciones solo lo confirman. El genio este de la red social ha creado, bueno, sus trabajadores deben de haber creado una especie de notificación que te avisa si la persona con la que estás hablando ha leído tu mensaje. Con esto, muchos pendejos que no te responden y dicen que nunca les llegó tu mensaje están jodidos.

Finalmente cerré todo de un porraso y prendí el equipo de mi escritorio. Puse un cd de los que me había traído cuando viajé. No diré a donde porque siempre me ha sonado mal cuando la gente dice a dónde viaja, sobre todo si es por escrito, porque no se sabe con qué intención o tono se dice. Bueno, prendí el equipo y me puse a escuchar la número cinco, For Annabelle. Me tiré en la cama y observé el techo que todavía tiene esas estrellas que se pusieron de moda a finales de los noventa- si es que no fue antes -, esas que brillan en la oscuridad. Hasta ahora brillan un poco, pero no se notaba tanto porque tenía encendida las bombillas que cuelgan arriba del respaldar de mi cama. Trataba de recordar ese efecto que pasa cuando uno mira mucho tiempo un foco, se me vino a la mente la palabra phi, pero estoy segura que no era ese el nombre, porque eso tenía que ver con el cine, el otro era otra cosa,  en fin. 

Por qué la gente siempre ve el techo, siempre es esa imagen en todas partes, hasta en las películas: no se sabe qué ver, se ve el techo, como una especie de dios que te dará la respuesta. Yo creo que en verdad queremos ver el cielo, de alguna forma. Cuando me tiro sobre el colchón es por dos cosas, porque voy a dormir o porque estoy rendida de buena o mala manera. Ese día estaba rendida, harta, cansada y consumida por mi nada. El disco se pasó a la canción siguiente y no la cambié, a pesar de que esa no me gustaba mucho. Era la típica canción que desconoces de un cd y que no te suena a esa banda o cantante que estás escuchando. Siempre hay de esas, con el tiempo le encuentras un parecido. 

A veces uno se siente así, sin ganas de hacer nada, te da por pensar en cosas tan comunes y hasta creo que de tanto pensar me volveré filósofa o pensaré lo que a Platón o Aristóteles no les pasó por la mente. Pero no, incluso cuando pienso, mi mente entra en conflicto con otra parte de mi mente y en vez de resolver algo me complico un poco más. En esa noche era imposible todo, imposible dormir, imposible pensar, imposible pintar, imposible ojear algunas páginas, imposible estar en la computadora. Solo los malos vicios eran una alternativa, comer, buscar algún trago escondido en el armario de la sala, obligarme a llorar por alguna cuestión estúpida y desordenar mi habitación en busca de algo que creía importante en ese momento, como el diario que se me perdió hace años, uno donde había escrito que odiaba a mis padres y que sería mejor vivir sola bajo dos cartones. Nunca lo encuentro y siempre lo busco. Hoy creo que debe de ser cualquier otra cosa menos un diario, tal vez papel higiénico. No hice nada, no lo busqué porque volver a leer lo que había escrito terminaría por matarme. 

Otra vez, Rodo en mi cabeza. Me imaginaba qué podía estar haciendo, si seguiría leyendo por las noches como de costumbre, si estaba tocando guitarra, si de repente salió a visitar el bar de Carlos, si se quedó a cuidar a su mamá, si estaba viendo una película con Mariana, si estaba tan harto y cansado de todo como yo. Salí  hacia el balcón, no prendí la luz por temor a que pudiese darse cuenta, quizá no estaba, quizá ni se diera cuenta, quizá ni le importaba que saliera con la única intención de espiar, aunque nunca espío a nadie, solo sentía unas ganas enormes de al menos verlo. Pero como dije, eso se quedaría en deseo, en su inmadura primera etapa. Estaba segura que él jamás volvería a subir a tocarme la puerta, a enterrarse conmigo bajo una frazada, a ver un estúpido show, a alejarnos de todo y todos. Tan segura de eso como que yo jamás me atrevería a bajar y ser la que haga lo anterior.