viernes, 18 de mayo de 2012
Vals tercero de media noche
El piano no ha sonado, pero sientes la melodía cerca,
camuflas el desasosiego entre los mechones sueltos en tu cara
ahí la pupila pierde la nube, la nube se convierte en un brillo pálido,
la alegría embriagada de tristeza posa en tus mejillas sonrojadas
La vida empieza a desvanecerse con el mito forastero que te la arranca
como un truco de magia que convence al niño ingenuo
Pero sabes que esa virtud salió de ti una noche
en la que la moneda no apareció debajo de tu almohada
Quieres desprenderte del aire que rige el ritmo de tu pecho
Quieres respirar con las plantas de tus pies que danzan en el mármol
La gracia azulada se acerca como el susurro de las doce
Se va alejando con el vaivén de tus manos sedientas de otro cuerpo
La melodía del piano se apaga entre los tules de tu falda
recoges las centésimas tal cual la limosna que cae sobre el cemento
Arriesgas la cordura por la dicha del meneo en tus oídos
El final del mito regresa, pues aún no se ha llevado tu alma.
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